¿QUÉ ES UN ACEITE DE UNCIÓN?​

¿Qué es un aceite de unción?​​​

Un aceite de unción es un aceite sagrado que tiene la propiedad especial de contener y transmitir la presencia y la fuerza espiritual de lo divino. Se utiliza en diversas tradiciones religiosas y espirituales con fines rituales y de sanación. El acto de ungir a una persona con aceite simboliza la purificación, la bendición, la consagración o la santificación de la persona o el objeto ungidos. Al aceite de unción se le confiere un gran poder sobrenatural, pues en él se manifiesta la fuerza, la presencia y el poder santificador del Espíritu Santo y el que o lo que es ungido recibe la potencia de la luz de la santificación.

El concepto de unción está estrictamente referido, como don espiritual, al proceso por el que se recibe la Luz del Espíritu Santo para ser investido con su Poder, su Gracia, su Santificación o, por ejemplo, recibir su protección, capacidades o habilidades de todo tipo, también para recibir revelación, adquirir el don de la profecía, ser sanado o tener el don de sanar a otros, recibir el poder para exorcizar, de expulsar espíritus malvados y en general la capacidad de adquirir dones extraordinarios y literalmente de obrar todo tipo de milagros en nuestras vidas.

En la tradición judeocristiana se emplea el aceite de unción en ceremonias y rituales para consagrar objetos, lugares y personas e incluso para ungir a reyes y sacerdotes. En otras tradiciones religiosas y espirituales, como el hinduismo, el budismo y en algunas prácticas chamánicas, también se emplean aceites sagrados para fines similares. A menudo, estos aceites se utilizan en rituales de purificación y protección, así como en ceremonias de sanación. Los ingredientes de los aceites de unción pueden variar según la tradición, pero suelen incluir plantas, resinas y aceites esenciales que además tienen propiedades espirituales y terapéuticas.

El aceite de unción en la Biblia

El aceite de la unción es mencionado 20 veces en las Escrituras, fue utilizado, según se nos describe en el Antiguo Testamento, para verterlo sobre la cabeza del Sumo Sacerdote y a sus descendientes y rociar el Tabernáculo y sus muebles para marcarlos como santos y destinarlos a Dios (Éxodo Cap.25: 6; Levítico Cap.8:30; Números Cap.4:16).

En el libro del Éxodo, Cap.30:22-25, Dios le ordena a Moisés la elaboración de un aceite para la Santa Unción: “23. toma de las especias más finas: de mirra fluida, quinientos siclos; de canela aromática, la mitad, doscientos cincuenta; y de caña aromática, doscientos cincuenta; 24. de casia, quinientos siclos, conforme al siclo del santuario, y un hin de aceite de oliva 25. y harás de ello el aceite de la Santa Unción, mezcla de perfume, obra de perfumador; será el aceite de Santa Unción”.

En el Nuevo Testamento se menciona la práctica de ungir con aceite:

En Marcos Cap.6:13, los discípulos ungen a los enfermos y los sanan.

En Lucas Cap.7:46, María Magdalena unge los pies de Jesús como un acto de adoración.

En Santiago Cap.5:14, los ancianos de la iglesia ungen a los enfermos con aceite para sanarlos.

En Hebreos Cap.1:8-9, Dios dice a Jesús al regresar Él triunfalmente al cielo, “Tu trono, oh Dios, por los siglos de los siglos...” y Dios unge a Jesús ‘con oleo de alegría’.

En todos estos ejemplos podemos ver que surge una y otra vez el concepto de unción refiriéndose a la acción que consiste en ungir (aplicar a alguien o algo aceite), y el término ungido refiriéndose al receptor de la unción.

¿Qué función tiene el aceite de la unción?

La función de un aceite de unción es simple y compleja al mismo tiempo, y obedece al ámbito de la propia revelación, que es donde la Kabbalah tiene y ha tenido un papel de especial importancia para transmitir estas enseñanzas que provienen directamente de Dios a través de su Espíritu Santo. Cuando una persona es ungida, el Espíritu Santo viene sobre ella, dentro de ella o junto a ella de una manera especial para bendecirla, liberarla, iluminarla, sanarla o derramar sobre ella una gracia para obrar un milagro del tipo que sea.

Aunque Dios unge de forma permanente a determinadas personas para que manifiesten su fuerza y actúa a través de ellas, el común de los mortales necesita el aceite de la unción para consagrar sus objetos ceremoniales o para solicitar su ayuda y su intervención en sus rituales.

La necesidad del uso de los aceites de unción, como vemos, tiene muchas funciones y depende de la voluntad del Espíritu Santo, que dicta las formulaciones y los llena de sí mismo para que manifiesten su poder. Para poder manifestar su Gracia, siempre hay que actuar con el debido cuidado y respeto pues debe cumplirse un estricto protocolo que tiene que ver con la intencionalidad de quien los usa.

En definitiva, el uso de los aceites de unción se sustenta en la necesidad del ser humano de recibir para sí mismo o solicitar para otros la Luz y el poder del Espíritu Santo, para que pueda ayudarnos en infinidad de necesidades que podamos tener en nuestras vidas, siendo necesaria la premisa de ser conscientes de que cualquier petición que podamos hacer con el uso de estos aceites, debe sustentarse en la comprensión que el reino de Dios anhela derramar sobre nosotros su Gracia, para que podamos liberarnos del yugo de nuestra propia ignorancia.

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El aceite de la unción es mencionado 20 veces en las Escrituras, fue utilizado, según se nos describe en el Antiguo Testamento, para verterlo sobre la cabeza del Sumo Sacerdote y a sus descendientes y rociar el Tabernáculo y sus muebles para marcarlos como santos y destinarlos a Dios (Éxodo Cap.25: 6; Levítico Cp.8:30; Números Cap.4:16).

En el libro del Éxodo, Cap.30:22-25, Dios le ordena a Moisés la elaboración de un aceite para la Santa Unción:

  • “23. toma de las especias más finas: de mirra fluida, quinientos siclos; de canela aromática, la mitad, doscientos cincuenta; y de caña aromática, doscientos cincuenta; 24. de casia, quinientos siclos, conforme al siclo del santuario, y un hin de aceite de oliva 25. y harás de ello el aceite de la Santa Unción, mezcla de perfume, obra de perfumador; será el aceite de Santa Unción.”

Al aceite con las diferentes esencias que lo componen se le confiere un gran poder sobrenatural, pues en éste se manifestaba la fuerza, la presencia y el poder santificador del Espíritu Santo y el que era ungido con ese aceite adquiría la potencia de la luz de la santificación y el objeto, o quien recibía la unción, quedaba consagrado.

La consagración es hacer sagrado a algo o a alguien, es la acción por la cual Dios, por medio de su Espíritu Santo, consagra y santifica una cosa común o profana con oraciones, ceremonias y bendiciones. Es lo contrario a la profanación y al sacrilegio, que consiste en emplear en usos profanos una cosa que estaba consagrada al culto de Dios.

Cuando una persona es ungida, el Espíritu Santo viene sobre ella, dentro de ella o junto a ella de una manera especial. Eso convierte a una persona en ungida y poderosa. Cuando tratas con una persona ungida por la voluntad de Dios, realmente, es como tratar con Dios. Cuando tratas con una persona ungida estás tratando con el Espíritu Santo.

La Unción Quebranta el Yugo
Cita del libro “El ungido y su unción”

Si los yugos se quebrantan es por la unción y no por el hombre de Dios. ¡No es el profeta el que rompe el yugo! ¡No es el hombre de Dios el que rompe el yugo! ¡No es el pastor ungido el que rompe el yugo! ¡No es el ungido el que rompe el yugo! ¡La unción misma lo hace!

Debes entender de dónde vienen los milagros, cómo se dan los avances. La unción es la que quebranta todos los yugos. El yugo se rompe por la unción y no por el hombre. No existe nada mágico en el profeta, el pastor o el hombre de Dios. Un hombre de Dios es un hombre. No tiene poder en sí mismo. En mi ministerio he visto muchas veces la unción de sanidad. Pero yo no tengo el poder de sanar a nadie. Si crees que un hombre de Dios tiene poder en sí mismo entonces has sido engañado.

Entonces, ¿cómo puede ser que un hombre de Dios esté acostumbrado a hacer milagros, señales y maravillas? Los milagros, las señales y las maravillas son el fruto de la unción del Espíritu Santo.

La unción quebranta el yugo. Si los yugos se rompen es por la unción y no por el hombre de Dios. Por lo tanto, debes empezar a ver al hombre de Dios por lo que es en realidad: una persona ungida que tiene la unción. La unción hace los milagros, no el título. El poder no está en el título de «Profeta». El poder no está en el dinero, el auto, los gritos, el estilo o las ropas del hombre ungido. El poder reside en la unción del hombre de Dios que la posee.

Si tú, como hombre de Dios crees que tienes el poder para hacer algo te engañas a ti mismo, es la misma mentira que creyó Lucifer, Él era tan brillante y hermoso que creyó que la luz provenía de su interior. Pero ninguna Luz emanaba desde Lucifer. Toda su gloria y belleza provenía de la presencia y la gloria de Dios. Dios lo creó en esplendor, pero él pecó al olvidar que era un ser creado y elegido. Un fuego surgió desde su interior y lo consumió. Nadie tiene poder en sí mismo. Un verdadero hombre de Dios lo sabe.